El Consejo de las Niñas y los Niños, iniciativa de la ciudad de El trébol, logró instalar en la gestión pública una convicción profunda: una ciudad verdaderamente educadora es aquella que escucha, valora y actúa a partir de la voz de sus infancias. En esta localidad santafesina de más de 12.000 habitantes, reconocida por su dinamismo industrial y su fuerte tejido comunitario, el Consejo de Niñas y Niños se ha consolidado como un espacio de participación real, donde la palabra de las infancias deja de ser un susurro para convertirse en guía de políticas públicas locales.
El proyecto busca fomentar la participación infantil en los asuntos que inciden en su vida cotidiana, promoviendo el diálogo, el juego y el aprendizaje como herramientas de transformación social. Desde su creación, el Consejo ha reunido a niñas y niños de escuelas primarias que, junto a docentes, familias y referentes municipales, debaten, sueñan y diseñan propuestas para mejorar su comunidad.

El proceso se desarrolló en distintas fases que fortalecieron la autonomía, la expresión y el compromiso ciudadano desde edades tempranas. En una primera etapa, los estudiantes de 5º grado fueron convocados a integrar el Consejo mediante un sorteo, garantizando la paridad y la diversidad de voces. Luego, a través de encuentros periódicos, los consejeros participaron en dinámicas de reflexión, juegos cooperativos y talleres de formación cívica, aprendiendo que participar también es una forma de cuidar y transformar su entorno.
Las reuniones mensuales, acompañadas por un adulto facilitador y con la presencia activa de la Intendenta y otras autoridades locales, permitieron que las ideas se transformaran en acciones concretas. Entre los proyectos más significativos se destacan la iniciativa “La calle es de las niñas y los niños”, que resignificó el uso del espacio público a través del juego y la educación vial; la “Plaza de los sueños”, donde se instalaron murales con los derechos de la infancia ilustrados por Francesco Tonucci; y la creación de campañas ambientales como “Manos que cuidan”, que promovieron el reciclaje, la plantación de árboles y la limpieza de plazas.
Las acciones también incluyeron propuestas culturales y solidarias que fortalecieron el sentido de comunidad, como la “Rayuela más larga del mundo”, una intervención colectiva que recuperó el valor del juego tradicional y el trabajo en equipo, y la organización de actividades solidarias en fechas especiales, donde los niños y niñas participaron en la entrega de regalos y gestos de acompañamiento a familias de la ciudad.
A través de cada una de estas experiencias, las infancias de El Trébol se convirtieron en verdaderas protagonistas del presente. Su mirada, libre de prejuicios y cargada de creatividad, abrió nuevos caminos para la acción pública, inspirando a los adultos y adultas a repensar las formas de habitar, cuidar y gobernar la ciudad.

El impacto del programa es visible en múltiples dimensiones: se fortaleció el sentido de pertenencia y ciudadanía activa entre los participantes; se promovieron valores de empatía, cooperación y responsabilidad; y se consolidó un vínculo sostenido entre las escuelas y el municipio, que hoy trabajan de manera articulada para garantizar la continuidad del Consejo. Asimismo, la experiencia generó un cambio de paradigma en la gestión local, al incorporar la perspectiva infantil en temas como el ambiente, la convivencia y el uso de los espacios públicos.
El Trébol avanza así hacia la construcción de una ciudad más justa, inclusiva y solidaria, donde la educación se entiende como un proceso compartido que involucra a toda la comunidad. El Consejo de Niñas y Niños no solo amplifica la voz de las infancias, sino que las convierte en motor de una ciudadanía democrática, sensible y participativa.
Porque cuando una ciudad escucha a sus niñas y niños, aprende a mirarse a sí misma con nuevos ojos. Y en ese gesto, empieza a transformarse.
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