Este 28 de septiembre, Día Internacional del Derecho de Acceso Universal a la Información, la Delegación de América Latina para Ciudades Educadoras invita a todas las ciudades y personas a reflexionar sobre el mismo, un día que nos presenta muchos desafíos e inquietudes. En este marco es interesante pensar el acceso a la información interrelacionado con el avance de la inteligencia artificial, y a raíz de esto, tratar de ahondar tanto en los beneficios como los riesgos en el contexto de los principios de buena gobernanza.
Según Naciones Unidas, el acceso universal a la información significa que toda persona tiene derecho a buscar, recibir y difundir información. Este derecho es parte integral del derecho a la libertad de expresión. A su vez, la Carta de Ciudades Educadoras en su Principio 7 le da gran relevancia al Acceso a la información y la responsabilidad que tienen los municipios de garantizarla de forma inclusiva, sobre todo frente al avance de la tecnología.
En este marco, invitamos Joan Manuel Del Pozo, Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona y Profesor emérito de la Universidad de Girona, a que nos de su perspectiva y pueda ahondar en tres ejes interrelacionados: el acceso universal a la información, los avances de la inteligencia artificial y la cultura. Para dicho propósito le sugerimos ciertas preguntas-disparadores para que pueda iluminarnos sobre el tema.
¿De qué manera considera usted que el avance de la IA puede afectar la convivencia democrática en una ciudad educadora?
Más que el avance de la IA, lo preocupante es su posible mal uso. Este es posible en cualquier etapa de su evolución, aunque lógicamente será peor o de efectos más nocivos cuanto más avanzado sea el estadio en que se halle esta tecnología. Ahora ya sabemos que, al menos en dos grandes casos, la IA ha sido utilizada torticeramente para alterar la formación de la voluntad democrática: en la elección de Trump como presidente USA y en la campaña y voto del llamado Brexit. La forma en que se usó la IA es simple: un primer paso, gracias al Big Data, es la selección de grandes grupos de ciudadanos identificados como sensibles a una determinada orientación social o ideológica; un segundo paso, la elaboración de mensajes cargados de fake news y manipulaciones emocionales de todo tipo que incidan, por su reiteración, intensidad y apariencia de formalidad, en la conducta electoral de esos grupos de ciudadanos.
La Organización de Naciones Unidas dice en su portal que los ciudadanos informados pueden tomar decisiones informadas, por ejemplo, cuando van a las urnas. Por tanto, el acceso universal a la misma es una piedra angular de sociedades del conocimiento saludables e inclusivas.
En efecto, pero se sobreentiende, evidentemente, que las “decisiones informadas” son “bien informadas”. Porque la IA no tiene problema en difundir mucha información; el problema está en la calidad o veracidad de esa información. Es una condición elemental o básica de toda decisión –personal o colectiva- que haya sido precedida de suficiente –en cantidad- y buena –en calidad- información. Una sociedad del conocimiento sin suficiente y buena información sería justo lo contrario de una sociedad saludable e inclusiva: sería enferma de ignorancia y engaño y, en consecuencia, fragmentada, excluyente y muy desigual.
¿Cómo se interrelacionan y se pueden gestionar el acceso universal a la información y la libertad de prensa en tiempos de tanta circulación de fake news?
Deben combinarse dos factores necesarios y, en cierto modo, complementarios: una buena legislación y una buena educación –esta en su sentido más amplio, como el que propone Ciudades Educadoras. La buena legislación, que no debe ser restrictiva de la libertad de prensa pero sí protectora del derecho a la información –tan importante como la libertad de prensa- debe prohibir y sancionar gravemente, después de su ponderada identificación y definición, toda la tipología de engaños, manipulaciones y falsificaciones posibles, especialmente a través de la IA. La buena educación en su sentido amplio debe formar a todas las personas, de cualquier edad y condición, en el pensamiento crítico, capaz de analizar con buen criterio, interpretar hábilmente y contextualizar debidamente cualquier producto informativo, en cualquier soporte que se presente.
¿Qué acciones cree que puede llevar a cabo una ciudad educadora en consonancia con el Principio 7 para promover el acceso más igualitario a la información?
En línea con lo anterior, la buena formación crítica es la competencia que debe trabajarse a lo largo de la vida, en contexto escolar y extraescolar; en este segundo, a través de formas de participación ciudadana en todo tipo de actos abiertos al diálogo y al debate. También cuenta, además de la formación crítica general, la formación específica en el uso de las fuentes de información para todo tipo de necesidades. Pero, en el mundo en que vivimos y cada día más, el acceso a la información tiene también una dimensión material o infraestructural, que tiene que ver con la disponibilidad de maquinaria y de buenas conexiones, cuyo coste puede resultar oneroso para muchas personas. Ahí es donde también la ciudad educadora debe actuar, facilitando mediante instalaciones públicas el acceso gratuito o mediante subvenciones o becas las necesarias instalaciones intrafamiliares e intraescolares.
¿Cuáles serían algunos de los aspectos potenciadores respecto de la apropiación de inteligencia artificial en la vida cultural de las ciudades educadoras?
Se entiende que la “apropiación” tiene el sentido de incorporación o uso. La ciudad educadora debe saber incorporar la IA a sus prácticas de todo tipo –desde la administración municipal a los usos educativos y sociales más diversos- porque ya es una tecnología socialmente implantada y progresivamente invasiva de todos los espacios. Hay que procurar que esa ‘invasión’ sea controlada democráticamente –con legislación y educación, decíamos- y hay que formarse y formar a todo el mundo para un uso provechoso en el orden personal y democrático. El principal aspecto potenciador de la inteligencia artificial no es otro que la mayor capacitación y uso de la inteligencia natural y su capacidad de pensamiento crítico, responsabilidad ética y orientación social; en ese sentido, el conjunto de valores y actitudes que promueve la Carta de Ciudades Educadoras configura un espacio formativo de gran valor para encajar en la ciudad la llegada invasiva de la IA.
Desde la Delegación consideramos que es un tema de suma relevancia en la actualidad y sobre el que vale la pena seguir reflexionando en conjunto.
Agradecemos a Joan Manuel Del Pozo por compartirnos su conocimiento e invitamos a todas las ciudades a pensar sobre este tema y llevar a cabo experiencias para que cada vez más el acceso universal a la información sea un derecho completamente garantizado y resguardado de los desafíos que conllevan los avances de la tecnología.
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